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Palabritas con cariño II

Citamos un hermoso fragmento del librazo de Miranda Gay, Luna Roja. Este libro es un recorrido por el ciclo menstrual a través de la construcción de arquetipos, donde la autora refleja cada fase y cada momento de nuestro crecimiento en consonancia con los ciclos de la luna.

Romántico con nosotras mismas, es un libro super recomendable para leer abrazando nuestra ciclicidad y nuestra ala femenina. 

Palabritas con cariño II

"Una mujer que toma conciencia de su ciclo y las energías inherentes a él, también aprende a percibir un nivel de vida que más allá de lo visible; mantiene un vínculo intuitivo con las energias de la vida, el nacimiento y la muerte, y siente la divinidad como dentro de la tierra y de sí misma. A partir de este reconocimiento, la mujer se relaciona no solo con lo visible y terrenal, sino con los aspectos invisibles y espirituales de su existencia. Fue a través de este estado alterado de conciencia que tenía su lugar todos los meses, que las chamanas o curanderas y más adelante sacerdotisas, aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía, su claridad y conexión con lo divino".  La curación, la magia, la profecía, la enseñanza, la inspiración y la supervivencia provinieron de su capacidad de sentir ambos mundos, de viajar entre los dos y de llevar sus experiencias al otro. El incremento del dominio masculino en la sociedad y la religión hizo declinar la posición de la chamana y la sacerdotisa hasta tal punto que los hombres terminaron por adoptar sus roles. El papel de la sacerdotisa fue tan fuertemente reprimido que la actividad de la mujer en la religión estructurada terminó por desaparecer por completo; lo que si consiguió perdurar de un modo "clandestino" fue la posición de adivina o bruja, que se convirtió en el último vínculo con las primitivas religiones matriarcales. La hechicera de la aldea era una experta en la magia de la naturaleza, la curación y las relaciones entre las personas, y tenía la capacidad de interactuar con las estaciones, su propio ciclo menstrual y su intuición; ayudaba y guiaba a sus semejantes en lo concerniente a la vida y la muerte, actuaba como iniciadora y transformadora valiéndose de rituales de transición y dirigía ceremonias extáticas. Estas mujeres simbolizaban el equilibrio de la conciencia y las energías femeninas dentro de una sociedad y una religión dominadas por hombres, pero como desafortunadamente estos poderes representaban una clara amenaza para la estructura masculina, durante la época medieval se las persiguió sin tregua hasta virtualmente destruir la tradición de la bruja o hechicera en la sociedad. Al atacarles, los perseguidores no hacían otra cosa que admitir su poder, pero no fueron esas agresiones las que finalmente destruyeron la brujería: fue el hecho de que con el paso del tiempo la sociedad terminó por negar la existencia de estos poderes femeninos.

Lamentablemente los primeros castigos que se les impusieron cada vez que eran capturadas, así como el miedo y la vergüenza que posteriormente provocó su imagen, hicieron que las mujeres dejasen de expresar aquellas habilidades y necesidades que habrían supuesto el resurgimiento de la tradición. Los efectos directos de las persecuciones de las brujas todavía se perciben hoy en día: hacen falta enseñanzas espirituales, arquetipos y tradiciones que reconozcan la naturaleza femenina y sus energías, y demás está decir que ya nadie nos guía en su utilización"

Ecologia

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